Después de más de dos lustros he vuelto a deambular por las calles y plazas de este barrio histórico de la ciudad siempre envuelto en polémicas debido a su reforma y rehabilitación; es el típico pueblo marinero hasta que ya hace años la playa que tenía se la comió el Puerto. La verdad es que ha sido un barrio marginado por los grandes poderes especulativos. A pesar de ello sobrevive al paso del tiempo. Hay que recordar, como reflejan los historiadores, que fue también un lazareto, donde se ocultaban a los leprosos. Una historia muy interesante que algún día habrá que abordar.
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