
Imagen del Negret en su visita al barrio de Ruzafa.
Hace tiempo cayó en mis manos un pequeño libro escrito por José Bodria Roig y publicado en Valencia en el año 1906, acerca de las llamadas “Festes de carrer” del que tomé numerosos apuntes que hoy me han venido de perlas para el presente escrito. El libro en cuestión después de una larga introducción acerca del cómo y por qué de las fiestas, las cita a todas por órden alfabético. Tiene registrados 111 festejos que corresponden a otras tantas calles. Interesantísimo.
Pero vayamos a lo que nos ocupa. Les “festes de carrer” no eran otra cosa que entrañables festejos de vecindad hoy casi desaparecidos, y digo casi por que muy pocas son las que aún se mantienen, con algunos cambios, como herederas de una vieja tradición que tenía como único motivo festejar al Santo que en un artístico retablo cerámico o “altaret de paret”, se situaba en la pared de la calle, muchas veces de su mismo nombre, en el que nunca faltaban las flores.
La modernidad segó la vida de estas familiares fiestas de vecindad, y la construcción de nuevas viviendas dieron al traste con las magníficas obras de arte que eran los retablos cerámicos, de los que muy pocos se han salvado. Otros abandonados a su suerte fueron expoliados por vandálicas pandillas, que no perseguían otro fin que mal venderlos para poder pagar sus caros vicios. En esa línea de desastres, también debemos recordar que la piqueta, con su acción indiscriminada, hizo estragos.
Casi toda esta pléyade de fiestas venían a celebrarse en agosto, por aquellos del agobiante calor. La fiesta salía a la calle, donde los vecinos fraternizaban de modo sencillo, sin protagonismo fátuos y sin competitividad.
Cabe destacar, por ejemplo, que en la calle Bany dels Pavesos se celebraba fiesta a la Virgen de la Soledad; en Bolsería al glorioso San Roque; La Carda, a la Virgen del Pilar; Corona, a San Cristóbal; En Sanz, a la Virgen de los Ángeles y en Na Jordana, a la Virgen del Rosario. En todas se hace mención de la cerámica religiosa o al tipo de imagen que se guarda en casa del clavario o vecino más devoto.
Hoy en día, la mayoría de estas celebraciones han desaparecido, lógico por otro lado con el avance de los años. Algunas no se resisten a desaparecer aunque modificadas sus estructuras. En nuestro recuerdo no podemos olvidar, entre otras muchas, la que año tras año se celebra en el barrio de la Xerea al Santo Bulto de Jesús; a la Virgen del Carmen en la parroquia de la Santísima Cruz; a la Virgen de Monteolivete en la parroquia de su mismo nombre; a la Virgen de los Desamparados, Virgen del Consuelo y Cristo de la Fe, en la iglesia de Santa Mónica, a San Cristóbal en la calle de Alboraya, al beato Gaspar de Bono en el azutcat de su mismo nombre, así como San Antonio “del porquet” y Santa Lucía, ésta última en su propia ermita; todas con raíz de “festa de carrer”.