Mañana despediremos al año 2011 y daremos la bienvenida, por aquello de cumplir con el protocolo al 2012, que nos llega bisiesto, comenzando en domingo, y lleno de incertidumbres a nivel económico, de acuerdo con los análisis de las mentes privilegiadas de los economistas y de esos mercados que, nadie sabe quiénes son, pero que  nos llevan de cabeza.

Para el mundo festivo en general y en particular al fallero no pinta nada bien. Habrá un menor número de empresas patrocinadoras que ayuden a las comisiones y, sobre todo, hace prever que el Ayuntamiento, subliminalmente ya se ha anunciado, reajustará con crudeza el montante con el que subvenciona al monumento y la iluminación.

Lo de apretarse el cinturón no servirá para nada. Ya lo hemos hecho el año que estamos a punto de abandonar, y las economías de las fallas se han resentido aunque no ha sido vox populi. De las Fallas 2012 se saldrá airoso, seguro, al contar con algunos recursos y subvenciones. Las de 2013 pintan bastos, y ya existen comisiones que tras una profunda reflexión están dispuestas a recortar sus presupuestos, no agobiarse más con las pólizas de crédito y situar su monumento fallero en categorías inferiores a las habituales como única forma de capear el temporal que se les viene encima, entre otras cosas porque al fallero no se le pueden pedir ni más sacrificios ni más aportaciones económicas. El nuevo año se nos presenta con un panorama sombrío y lleno de incertidumbre. Los recortes económicos  se anuncian bestiales y las comisiones no se van a escapar. Sin embargo, el fallero, como ha venido demostrando en otras ocasiones, sabrá salir lo más airoso posible de estos problemas y como en otras ocasiones, la historia está para demostrarlo, saldrá adelante y plantará falla, que es el leiv motiv de su existencia. Viendo el panorama,  de gran ayuda sería que el Ayuntamiento levantase la mano y no pusiese trabas burocráticas a las comisiones que quieran buscarse la vida en la calle a través de distintos proyectos para recaudar dinero. Digo yo.