Mientras todos nos felicitamos por haber leído que el Consell ha iniciado el camino oficial para que las Fallas sean declaradas como Bien de Interés Cultural inmaterial, sin saber al final para qué servirá la distinción o qué beneficios nos reportará, la crisis económica sigue haciendo estragos en el mundo de las fiestas. Lo más reciente llega a los festejos de las pedanías, a los que la implacable guadaña del ajuste municipal ha rebajado sus presupuestos por una parte y, por otra, no hay predisposición entre sus habitantes, que también soportan la crisis, de formar clavarías para sufragar parte del gasto de las fiestas. A pesar de ello las propias pedanías serán garantes de los festejos.
Hemos iniciado un 2012 entre claros y sombras. El mundo fallero va cumpliendo los plazos de su programa como puede ante un panorama nada alentador. Qué las fallas saldrán adelante no hay que ponerlo en duda. Sólo hay que mirar al pasado para darse cuenta de que para los falleros nada es imposible y que más temprano que tarde saldrán de esta agobiante y angustiosa espiral en que les ha sumido la crisis económica. La verdad es que la prueba del nueve será el próximo ejercicio tanto para el fallero como para el artista, aunque quizás para éste último será más complicado que para las comisiones. ¿Por qué? Porque las fallas realizarán sus presupuestos a la baja. Mientras que los materiales que necesite el artista fallero los pagará más altos de precio.
Pero también las comisiones están demandando cambios, las fiestas falleras tienen que adecuarse al siglo XXI y para ello se debe convocar un Congreso General Fallero. Ya se escuchan voces al respecto, sobre todo por lo obsoleto de muchos de sus artículos y el “saltarse a la torera” otros, aunque se es consciente de que la crisis económica atenaza e imposibilita poder realizarlo en estos momentos, entre otras cosas porque el presupuesto de la Junta Central Fallera, del que debe salir el gasto, ha mermado. Un consejo para el concejal Paco Lledó, que puede anotárselo en su agenda para cuando llegue el momento: que no le metan goles, como pasó en la pasada asamblea.