No es la primera vez que el Gremio Artesano de Artistas Falleros pide ayuda a las instituciones para erradicar la piratería que ejercen algunos artistas, no agremiados, de la construcción de las fallas; artistas que en época de crisis económica proliferan en mayor número ofreciendo toda una serie de atractivos bocetos y reventando los precios.

El maestro mayor, José Latorre, en el discurso de clausura de la fiesta gremial en honor de San José Artesano, ante la indefensión que soportan, volvió a lanzar un SOS a las instituciones para que les ayuden en este antiguo asunto de la piratería, conscientes de que el gremio está limitado para impedir que ciertos artistas no agremiados hagan fallas, sobre todo cuando los contratos están sellados por la Junta Central Fallera.

La verdad es que el tema es complicado, por no decir que no tiene solución. Debe quedar claro que no es obligatorio estar agremiado, aunque la pertenencia al colectivo es todo un aval serio cara a la contratación por parte de las comisiones.

Por otra parte estos artistas entendemos que no son ilegales pues cuentan con una licencia fiscal que les faculta para el trabajo. Otra cosa será saber si están al día en el amplio abanico de obligaciones fiscales y laborales. En este apartado, como en otras actividades comerciales, prevalece la ley de la oferta y la demanda y, sobre todo, la pillería por parte de ese artista que ofrece el oro y el moro y la comisión que va de lista y cae en la trampa. Ejemplo, las pasadas fallas el artista Marcelino Beltrán, expulsado del gremio, fue contratado por cuatro comisiones a las que dejó con el culo al aire. ¿Quién tiene la culpa? Opino que las comisiones al no consultar la lista de incidencias que el gremio confecciona todos los años para conocimiento del organismo fallero y las comisiones. Una forma de ir eliminando los “artistas piratas” sería poner en práctica lo que hace tiempo señaló el concejal Joan Calabuig del PSPV, que consiste en regular las subvenciones municipales a las fallas, no olvidemos que es dinero público, como única forma de detectar a los “piratas”. No olvidemos que los ojos del fisco no duermen.

Por otro lado y como he dicho anteriormente el problema no tiene visos de solución, sí puede existir una luz de esperanza cuando se pongan en marcha los estudios correspondientes de artista fallero y foguerer y se obtenga la titulación o certificación correspondiente. En ese momento la piratería se converteiría en instrusismo y eso sí es perseguible.