La perseverancia del carpintero artístico Manolo García, presentando sus proyectos desde hace cinco años al concurso del Ayuntamiento, ha tenido su premio al final: este año levantará la gigantesca figura de Moisés realizada en vareta y corcho blanco, trabajo con el que se pone en valor el trabajo de los carpinteros artísticos, en ocasiones ignorados por el público.
Personalmente creo que el jurado municipal ha inclinado la balanza al trabajo de Manolo García por dos cuestiones: la primera al recordar sus espectaculares trabajos de vareta en la falla Na Jordana con la cabeza de Leonardo da Vinci y el Caballo de Troya y, en segundo lugar, por un cierto interés en plantar en la plaza una falla que refleje un monumento emblemático como ha sucedido hace años.
La vareta, que yo considero el alma de la falla, era y es un trabajo imprescindible para armazonar grandes figuras. Un ejemplo, entre algunos que podríamos contar, es el exquisito trabajo de Tonín en la realización de la serpiente de mar del maestro Vicente Luna, que fue cubierta ocultando la carpintería y que sólo se puede contemplar en fotografías. La falla fue plantada en 1975 en la entonces plaza del Caudillo.
Cabe recordar que la primera falla que se alza en la plaza del Caudillo, salvo error, que muestra el trabajo de vareta, con carácter extraordinario y fuera del calendario de fallas, es en 1982 con motivo del Mundial de Fútbol. La obra se le encarga a Vicente Luna que sitúa como remate un gigantesco atleta totalmente de vareta sosteniendo un balón de grandes dimensiones. Ya entonces el maestro Vicente Luna optó por la vareta con el fin de que el público entendiese el proceso de construcción de una falla.
La segunda falla que se levanta en la plaza, ya del Ayuntamiento, es la realizada por los hermanos Ferrer que titulan “La nostra història” en 1997 y que rematan con una enorme reproducción del “guerrero de Moixent” que mostraba dos caras, una en la que se contempla el armazón de vareta y una segunda cubierta y pintada. Ahora tendremos una tercera con vareta de la mano de Manolo García, para el que esta especialidad no tiene secretos.