Desde la década de los 80 nuestra ciudad ha cambiado, en algunos casos su trazado urbanístico y, en otros, donde aparecían solares hoy en día se levantan edificios. Un testimonio irrefutable son las antiguas fotos en las que se contempla su emplazamiento y, sobre todo, el cambio de sus plaza o alrededores.

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Una entre muchas es la que saco de mi archivo de la comisión plaza de Na Jordana plantada en el año 1986, obra del genial artista Miguel Santaeulalia Núñez titulado “El Barri”; monumento fallero con el que comisión alcanzó el primer premio de Especial y le indultaron el ninot llevado a la exposición que no era otro que un enorme Indiana Jones. Del conjunto de la falla cabe destacar la torre campanar de la parroquia de la Santisima Cruz sobre la que de forma espiral se sitúan tres enormes y artísticas cabezas a las que se puso por nombre Carmel, Carmela y Carmeta.

Pues bien en la foto que adjunto se puede observar el cambio al que con anterioridad me refería. La falla está  plantada en la plaza de Portal Nuevo, aunque todos la llaman de Na Jordana, junto a ella contemplamos el obelisco con la imagen de la Virgen, que hce unos año fue trasladada a un pequeño enclave a los pies de la entrada del puente de San José,  y muy cerca justo bordeando las aceras laterales de la derecha un solar, convertido en moderno edificio hace unos años y que rompe la estética urbanística de la zona.

Y ya que hablamos de las fallas de 1986, cabe recordar, entre otros aspectos, que tuvo un visitante de lujo, como fue el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra que llegó a Valencia, con su habitual compañera María José Lorente, el mismo día 19 de marzo.

El número dos del PSOE asistió a la corrida de toros, visitó algunas fallas, sobre todo las de los primeros premios y acudió al Ayuntamiento, por primera vez desde su llegada, para presenciar la Nit de Foc. Su presencia en el balcón principal del Ayuntamiento provocó numerosos problemas a los medios de comunicación que fueron desplazados a otras estancias municipales. El vestíbulo de entrada al balcón principal del Consistorio se “chapó” y como si fueran fichas de ajedrez se situaron los componentes del grupo de escoltas. Un despliegue impresionante y nunca visto hasta ese momento. Los periodistas elevaron las correspondientes quejas, éstas fueron papel mojado ante la autoridad municipal.

Las exaltaciones de las falleras mayores continuaron la línea de la modernidad iniciada el ejercicio anterior y las críticas continúan. Mientras en el seno de la Junta Central Fallera se observa tirantez entre la ejecutiva, llamada entonces “cúpula”, y el concejal de Ferias y Fiestas, Enrique Real Martínez; enfrentamiento que al finalizar el ejercicio se traduce en la dimisión del secretario general, Pere Maroto, y los vicepresidentes Ginés Blaya y Evaristo García. Tan sólo queda el vicepresidente Enrique Miñana ya que el también vicepresidente Rogelio Dominguez Torres había fallecido. Este descalabro lo quiso aprovechar una agrupación fallera con tintes progresistas. Sin embargo, sus intenciones y movimientos de diluyeron.

Manolo Martín planta por segunda vez la falla de la plaza del Ayuntamiento un catafalco con boceto y guión del dibujante Sento. La falla tiene como curiosidad el que los ninots están vestidos por el modisto Francis Montesinos al que se le paga 1.500.000 de pesetas por su trabajo. El coste de la falla asciende a 9.000.000 de pesetas.

Bajo el título de L’estoreta velleta el artista planta un catafalco piramidal a imagen y semejanza a las fallas primitivas que se realizaban amontonando trastos viejos. Con esta idea sitúa un viejo coche 600 encima de toda una montaña de material inservible como electrodomésticos, muebles desvencijados, aparatos de radio y todo aquello que no sirve para nada.

El montón de trastos lo remata con un vagabundo sentado sobre una silla de enea encima del viejo coche y sosteniendo un perchero al que anuda un viejo paraguas a uno de sus brazos.