Amparo Marín Morales y Raquel Castañeda Orón fueron las falleras mayores de Valencia. La foto que ilustra el escrito no es más que la tradicional visita a los talleres de los artistas falleros, en las que contemplamos a ambas falleras, junto a dos queridos amigos, lamentablemente desaparecidos, como fueron Emilio Vitoria y Feliciano Armero, éste último de espaldas. Un joven fotógrafo observa como Amparo Marín arregla la banda a la pequeña Raquel.
El taller es el del maestro Vicente Luna que este año planta el gigantesco “Concorde”, avión francés de 23 metros de longitud construido a escala. Cabe destacar que el primer premio de la sección Especial lo alcanza la falla Maestro Serrano-Avenida Reino de Valencia, obra del artista José Luis Ferrer, con el lema “Con la música a otra parte”.
El “cabreo” que origina todos los años la concesión del primer premio de Especial hace que la Junta Central Fallera diseñe un sistema de nombramiento para esta sección; serán los presidentes de Especial quienes, por unanimidad, elegirán a los jurados.
El entonces secretario general, Pere Maroto, extiende un documento en el que se especifica que “todos acatarán las decisiones del jurado”. A pesar de ello este año los premios fueron contravertidos y también hubo “bronca” en el interior de los casales.
Los pirotécnicos también se plantaron ante el Ayuntamiento al que entregan un escrito reivindicativo en el que se negaban a disparar por los premios estipulados por el Consistorio; el ayuntamiento pagaba 60.000 pesetas por mascletá y 200.000 pesetas por castillo. Al final entre un tira y afloja se fija un total de 75.000 pesetas por mascletá y 275.000 pesetas por castillo, acuerdo que rubrica el concejal Enrique Real y Juanjo Brunchú, presidente de Piroval.
Se suprime la Olimpiada del Humor y la Gala Fallera, y en su lugar se realiza la I Mostra de Humor y la Exposición Antológica de Dibujos de Humor. La exposición la inaugura la fallera mayor de Valencia, Amparo Marín, en el casal de la falla Avenida Burjasot-Joaquín Ballester.
La verdad es que el aspecto más importante, que dio origen a borrascosas asambleas de presidentes, lo originó la negación del Ayuntamiento a aprobar el reglamento fdallero nacido del VI Congreso General Fallero, por entender que la simbología no era competencia del Consistorio y sí del Consell.
En pocas palabras, el Ayuntamiento se apoyó para anunciar su negación en que las fallas habían decidido en el congreso seguir perteneciendo al Consistorio, por lo que se convertían en “servicio público personalizado”, aspecto que la comisión de cultura admitió y aprobó, excepto el artículo que hacia referencia a los símbolos del Reino de Valencia, alegando que era anticonstitucional, y no refrendado por el Estatuto de Autonomía. Como era de esperar las protestas del mundo fallero no tardaron en aparecer.
El reglamento pasa por la conselleria de Interior que dirige el socialista Felipe Guardiola y se aprueba con la salvedad que aquellos artículos del reglamento que en su día contradigan el estatuto de autonomía, deberán ser modificados. La resolución pasa al Ayuntamiento para su aprobación definitiva con un cambio en la palabra “excepto” por “a resultas de”, con lo que la corporación municipal se salvaguarda de pronunciarse y permite que los falleros si lo hagan sobre temas como símbolos y denominación de País Valenciano. Todo un juego semántico que el mundo fallero no aceptó y provocó posteriores manifestaciones
No quiero terminar sin destacar, aunque sea de pasada, que la noticia que conmocionó a todos fue el fracasado golpe de Estado llevado a cabo por el teniente coronel Antonio Tejero un 23 de febrero en el Congreso de los Diputados y que Valencia también lo vivió intensamente ¿Recuerdan los tanques en la calle?