El barrio valenciano de Ruzafa celebró el pasado día 29 la festividad de su patrón, el obispo San Valero, en la parroquia de la que es cotitular junto a San Vicente Mártir; una fiesta sencilla en la que destacó una solemne eucaristía, con asistencia de los rectores del arciprestazgo, tras la que se dio a besar su reliquia.
Cabe recordar que el obispo Valero, según relata la historia, llega a nuestra ciudad por orden del gobernador Daciano acompañado por el diácono Vicente, futuro San Vicente Mártir, para ser interrogado.
De todos es sabido que San Vicente fue martirizado y surge la pregunta ¿Qué pasó con el obispo Valero? Mi buen amigo Juan Verdeguer, párroco de la parroquia de San Valero y San Vicente aclara la duda: “El nombre de Valero o Valerio estaba protegido por pertenecer a una clase notable de ciudadanos de Roma y solo el emperador podía decidir el castigo llegado el momento. La pena máxima que se le podría imponer era el destierro y así lo cumplió el gobernador Daciano, desterrándolo a Ruzafa”. Sin embargo, otras versiones señalan la ciudad de Huesca como el lugar de su destierro y donde murió en el año 315. Con relación al año de su muerte el párroco José Verdeguer, en su homilía también anunció que el próximo año se celebrará el 1700 aniversario de la muerte del Santo y que la parroquia organizará un programa de actos con motivo de esta efeméride.
Por otro lado, cabe destacar que la segunda reliquia de San Valero llegó a la parroquia en 1940 procedente de Zaragoza ya que la anterior se destruyó durante la guerra civil. Los festejos con mayor o menor brillantez se desarrollan gracias a un grupo de feligreses, antaño cofradía.
La fiesta es una oportunidad de acudir al barrio y hasta de encontrar viejos amigos de esos que se hacen a través de los juegos en la calle, sobre todo alrededor del antiguo mercado, lugar que ni pintado para todo tipo de travesuras.
Por otro lado cabe recordar que el templo de San Valero es una de las parroquias más antiguas en la diócesis de Valencia ya que fue erigida originalmente en febrero de 1239 por el rey Jaime I. La jurisdicción de la parroquia se extendía desde la actual plaza del Ayuntamiento y la huerta de Ruzafa hasta la Albufera, de donde arrancaba un canal exclusivo de agua a la parroquia para regar la huerta y bautizar a los niños del templo.