La Batalla de Flores se incluyó en la Feria de Julio, a través de la iniciativa del entonces presidente de Lo Rat Penat, Pascual Frígola y Ahín, Barón de Cortes de Payas, de Ruaya, de Burguete y del Castillo de Chirelt.

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La batalla consistía, y aún consiste, en arrojarse mutuamente flores entre los tripulantes de los vehículos que tomaban parte, o entre estos y el público que ocupaba los pabellones, los palcos y las sillas situadas a los largo del paseo de la Alameda.

El estampido de una carcasa era, y continúa siendo, la señal para que el festejo comenzase. De su antiguo esplendor aún se mantiene el desfile de dulzaineros y tamborileros interpretando música popular valenciana.

A continuación desfilaban, ataviados con trajes regionales una nutrida representación de labradores y labradoras a pie portando arcos de flores, seguidas de otras parejas montadas a la grupa de caballos lujosamente enjaezados a la valenciana. Esto último aún se mantiene.

Esta cabalgata inicial daba una vuelta completa al paseo de la Alameda, marcada entre ambas fuentes, y seguidamente tras ella comenzaba el desfile de coches ligeros y carrozas engalanadas con flores. Un jurado compuesto por artistas y autoridades discernía la calidad artística de los carruajes, otorgando los premios establecidos, siendo el más importante el Barón de Cortes cuya vigencia aún hoy perdura y, por el que los carroceros suelen esmerarse para su consecución.

Una segunda carcasa, indicaba que la Batalla de Flores se daba por acabada como terminada también la Feria de Julio. Únicamente como último coletazo a la medianoche, se prendía fuego a una traca de lujo que discurría a lo largo de la Alameda.

Desde luego la actual Batalla de Flores dista mucho de aquella otra que iniciara y promocionara el Barón de Cortes,

Desde entonces esta batalla no cruenta, ha tenido que soportar muchos cambios, entre los más destacados la desaparición de los pabellones que se situaban en el paseo de la Alameda. A pesar de ello la Batalla de Flores continúa siendo una fiesta de arte, de flores y de alegría en la que la mujer valenciana es la protagonista indiscutible.

El arte y el ingenio de nuestros artistas se ha mantenido, a pesar de los mermados presupuestos económicos que en ocasiones han tenido que afrontar.

Nuestros artistas o mejor los especialistas en carrozas han estado siempre en primera línea. Cabe recordar los magníficos trabajos de la talla de Cebrián, Llácer, hermanos Fontelles, Coret, Desfilis, Julián Puche, Modesto González, Regino Mas y Carrero junto con Martínez Mollá, Azpeitia, el inolvidable y buen amigo Vicente Roda “Tinín”, Martínez Canuto y el laureado Salvador Guaita, sin menospreciar los realizados por las nuevas generaciones de artesanos que desde hace unos años compiten.

La Batalla de Flores, como siempre, pondrá punto final a la Feria de Julio, un evento que comenzó a caminar en el año 1871, siendo alcalde republicano Pedro Vidal, aunque el proyecto nace en 1870 en una sesión municipal extraordinaria en la que se acepta la propuesta de crear una feria anual y exposición de productos y ganados de todas clases, como medio para retener a los valencianos hasta el mes de agosto. De esta forma se recogían las inquietudes de los pequeños comerciantes que veían mermados sus ingresos en época estival.

En síntesis, no era más que la respuesta al reto de un futuro que fracasó en lo mercantil y triunfó en lo social, ya que con el paso de los años, se transformó en la creación festiva de la burguesía valenciana.