Estamos en vísperas de festejar la Navidad; un tiempo de paz y todo el mundo crispado. Se acercan días señalados para regalar pero los bolsillos están vacíos. La situación económica es la peor de las últimas décadas, a pesar de las frases grandilocuentes del presidente del Gobierno que señala, sin rubor alguno, que hemos abandonado la crisis.
Grupo familar de los Hermanos Diaz.
¿Cómo era la Navidad de antaño en nuestra ciudad? Una de las fuentes de información consultadas son los anuarios de LAS PROVINCIAS, merced a los cuales y tras un repaso de los mismos he podido aglutinar algunas noticias y convertirlas en una narración curiosa y que en ocasiones tiene visos nostálgicos.
Nos situamos en 1895. El epicentro de la actividad cultural navideña en Valencia se situaba en el entorno de la plaza San Francisco (actual plaza del Ayuntamiento). Los eventos se celebraban en los teatros (sólo había tres, Apolo, Principal y Ruzafa), en la mencionada plaza, donde se instalaba la feria de atracciones (que luego se trasladó a la Alameda; luego al interior del viejo cauce; y ahora, donde se puede y se quiere) y en la plaza de Toros, donde se organizaban exhibiciones que avanzaban lo que luego ofrecieron los circos (la presencia del circo en Valencia comienza a ser masiva a partir de los años 50, cuando se convirtió en uno de los platos fuertes de la Navidad).
Sin embargo, la mayoría de los valencianos estaban pendiente de la feria, donde tocaba la banda de Bomberos, había una gran tómbola y se exhibía el decavolteopio, invento de la época. No lejos de allí, en la calle Ruzafa, el Museo Artístico, Científico y Recreativo inauguró el 22 de diciembre una exposición de fotografías y exhibió un «fonógrafo perfeccionado de Edisson, en el que sonaron rondallas, zorcicos y cuentos baturros».
En el Apolo se representaba ‘Juan José’, con el teatro lleno para un drama de campanillas en el que, durante el intermedio, se rifaba el día de Nochebuena un pavo, dos capones y una caja de mazapán.
También tal día como hoy, pero de hace 80 años, el Ateneo Regional se vestía de gala por Navidad celebrando «prácticas teatrales con un programa dedicado a la festividad», si bien se avisaba de que por la tarde «a las horas de costumbre, habrá baile familiar». Para los aficionados a la caza en una tierra, la de Valencia, que siempre ha estado profundamente arraigada a las costumbres del campo, la Real Sociedad de tiro de Pichón anunciaba la inauguración de las «tiradas ordinarias, a las dos y media, en su chalet de la playa de Levante».
La Guerra Civil y los años previos supusieron un importante paréntesis en la celebración de la Navidad. El evidente contenido religioso de la fiesta en unos años de brutal confrontación convirtió la festividad navideña en un evento constreñido casi exclusivamente a la familia; reuniones en las que se cenaba y se comía en las casas, lo que también era muy bonito. A partir de los años 50, el tiempo libre navideño se repartía entre el teatro, el circo o la feria de atracciones en el paseo de la Alameda
En los teatros se programaban zarzuelas y revistas, cosas alegres, porque era Navidad. Y en los centros culturales se instalaban belenes. La feria de atracciones en la Alameda era algo muy grande para todo el mundo. Luego la bajaron al viejo cauce del río, pero siempre se llenaba. Era un punto de reunión de gente joven, con atracciones como la ola, la noria, los coches de choque o el túnel del terror.
La llegada de la Navidad también fue sinónimo de actividad circense: el Atlas, el Mundial, el Monumental, el Price, el Checoslovaco… y, en este mismo sentido, acudir al cine se convierte en un ritual. Disney se convierte en un icono infantil de primer orden. Durante las fiestas navideñas se estrenaron en Valencia ‘La Bella Durmiente’ o ‘Peter Pan’. En cualquier caso, la familia seguía siendo el epicentro de la fiesta, y si ahora es corriente visitar belenes sobresalientes como el de la Catedral, y si a finales de los años 70 se podían presenciar los nacimientos a tamaño natural que se instalaban en la Glorieta, durante los años 50 y 60 los valencianos aún se afanaban en realizar en casa los belenes, a golpe de ingenio e imaginación, todavía ajenos a la moda de los árboles de Navidad.
Uno de los grandes acontecimientos que revolucionó la Navidad de 1960 fue la presencia en Valencia de la «genial artista del cine y teatro» Marujita Díaz, en la revista ‘La princesa alegría’, con el «graciosísimo» primer actor y director Antonio Riquelme, un estreno que se celegró en el Teatro Ruzafa, el cual, según LAS PROVINCIAS, «registró un lleno a rebosar. La sevillanísima artista, en una actuación completísima se adjudicaba una rotunda victoria». Y es que el redactor de la crónica aludía en su texto a que ese mismo día el Valencia Club de Fútbol le había endosado al Sevilla un 6-0 antológico. «Díaz es una artista teatral de primerísima división. Con gracejo, salero y atractivo», señala la noticia, en la que destacaban de Díaz su capacidad para las «bulerías, el cante y el baile cañí y la canción frívola».
A las puertas de los años 70, concretamente durante diciembre de 1969, la actividad cultural en Navidad ya era importante en comparación a los años pasados, y con una oferta más repartida a lo largo de toda Valencia.
Los niños continuaban cobrando protagonismo y los cines Marti programaban un Festival de Mortadelo y Filemón durante las matinales del 25, 26, 27 y 28 de diciembre, a 25 pesetas la entrada, lo que daba derecho a recibir como obsequio una revista ‘Pulgarcito’ para cada niño asistente.
Los circos ya se habían desplegado con toda la potencia que han tenido tradicionalmente en Navidad. El Monumental se instaló en la plaza de Toros, En la calle Guillem de Castro, en el solar del antiguo hospital, se celebraba la «segunda semana triunfal» del Circo Checoslovaco de Praga, donde actuaban Los Bravos, la trapecista Mis Mara y un joven domador llamado Ángel Cristo.
En el Principal actuaban dos actores notables como eran, un tal José Sacristán y una tal Concha Velasco, que representaban un texto de Marsillach, ‘Yo me bajo en la próxima ¿y usted?’, funciones para las cuales se abría un servicio de guardería en el propio teatro.
Cabe destacar que a la plaza de Toros también acudió el Circo Ruso con ‘Los Muchachos’, mientras que en la Alameda se instaló ‘El grandioso Circo Atlas’, en el que actuaban los hermanos Tonetti. También cabe destacar el circo España propiedad de payasos valencianos, hermanos Diaz, Tony y Emilio.