Pasear por las calles de Ciutat Vella, que aún mantienen su trazado original, es una auténtica gozada pues se puede respirar un ambiente tradicional y, quizás, lo más importante descubrir la historia en todos sus rincones.

2015-01-23 16.47.08

Muchas de estas calles se deben a oficios, la mayoría desaparecidos, que en la época foral fueron de suma importancia para el desarrollo de la vieja ciudad. No hay recuerdo de todas las profesiones y gremios; pero en el callejero aún subsisten algunas que puden dar a entender el cómo y por qué de la Valencia medieval.

En mis largos paseos hace un par de días pasé por la calle de las Mantas, camino a la plaza del Doctor Collado, y a la altura del número 8, antaño denominada calle Nueva, contemplé un panel cerámico que señala que allí nació un 27 de febrero de 1863 Joaquín Sorolla, nuestro universal pintor. Del inmueble histórico no queda nada, está reconstruido, sólo es el testimonio del lugar.

 

Pues bien ese testimonio, muy importante para los valencianos, es iniciativa de la cercana falla Plaza de Lope de Vega que en el año 1978 colocó en la planta baja del edificio. En la cerámica podemos contemplar un dibujo de uno de los autorretratos del pintor y una escena de playa. En el texto podemos leer: “1863-1923 Casa natalicia del ilustre pintor valenciano Joaquín Sorolla Bastida. Falla Lope de Vega- febrero de 1978”

 

Cabe destacar también que el descubrimiento del retablo cerámico, propuesto por el entonces presidente de la falla, señor Nacer, estuvo presidido por el alcalde Miguel Ramón Izquierdo y la concejal Pepita Ahumada, dando lectura al discurso el jurista valenciano Vicente Giner Boira. El acto fue amenizado por la Banda Municipal de Pífanos.

 

Por otro lado cabe destacar que en la planta baja del citado edificio los padres del pintor Joaquín Sorolla Gascón y su madre María Concepción Bastida Prat tenían una tienda de tejidos conocida por el nombre de “La tendeta dels sis dits”, según describe el escritor Blasco Ibáñez en una de sus obras.

 

Nuestro universal pintor que como nadie pinto la luz de Valencia sólo estuvo un año en el inmueble citado; se trasladaron a la calle Barcelona donde sus padres murieron en 1865 a consecuencia de la epidemia del cólera que padeció Valencia. Sin embargo, Sorolla tenía un gran cariño por la vivienda donde había nacido y siempre que podía la visitaba tras recorrer el Mercado Central y la Plaza Redonda. En una de esa visitas, según ha relatado la biznieta Blanca Pons Sorolla, cogió una losa del suelo se la metió en el bolsillo al tiempo que decía: “sobre esta losa vine yo al mundo”. Actualmente la losa está expuesta en una vitrina en el Museo Sorolla.

 

 

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